El día once de este mes, febrero, en la Nave Bunker pudimos disfrutar de tres conciertos. Estilos dispares que se salieron un poco de la norma acostumbrada en la sala.
Sin Control
Empezaron los zamoranos «Sin Control», con su peculiar thrash metal con ciertos tintes punk y groove. El cuarteto salió fuerte y con ganas y a mí me ganaron con el tema «Ningún Dios» con el que arrancaron el bolo. En su líneas pudimos ver cambios, punteos agudos y mucha rapidez. Todo ello mezclado con fuerza y caña de la buena. A destacar las letras, en «cervantino» y comprometidas. El batera Fran golpeaba membranas y platillos por igual, con ritmos ágiles y acelerados para que sus compañeros encajaran sus riffs en los tempos vivos. El primero de los guitarras, y el primer Manuel, se encargaba de ser el «líder» en cuanto a los punteos, con trabajo agudo y chillón. Lanzaba cada nota como trozos de cristal contra el público para que nos rematase el otro Manuel con su guitarra centrada en la melodía. Aquí entraba en juego su coordinación para cerrar las seis cuerdas y crear sonidos guitarreros característicos del estilo más thrasero. La voz, de este segundo guitarra, iba desde lo sonidos más graves a momentos melódicos que encajaban bien en su propuesta de tiempos suaves con caña desmedida. Para el final el bajista, Javi, con ese sonido tan «metálico» propio del groove y el juego de notas llevándose a los hombros un gran peso de cada tema.
Los segundos en salir al escenario fueron los toledanos «Penumbra», el sexteto nos trajo su particular visión del metal. Un buen sonido al que, personalmente, le hubiera metido un poco más de tralla, pero demostraron su buen hacer. Con guitarras correctas de melodías con cierto toque épico y un doble juego de punteos entre los que las sujetaban. El bajo acabada de dar el matiz necesario, de forma sencilla, a cada tema. Para acabar con las cuerdas nombrar el teclado, que sin ser realmente estridente, y eso que tenia ciertos elementos agudos, ya sabéis que no cuadro muy bien con este tipo de sonido, daba una redondez para marcar el carácter de todo el grupo que era aplastante gracias a los golpes del que se escondía detrás de todos sus compañeros, el batería. Para acabar, la voz que demostró que podía dar más de sí, que tenia fuerza suficiente para hacer otros subgéneros de metal, como se pudo ver en el cierre y su cover, si no recuerdo mal, de Trívium (según me comentaron Iban y Jorge). Un grupo para los que gustan de un metal más clásico y con letras en castellano.
Los últimos en salir y acabar la noche fueron los de Vigo, con su aire norteño «Aquelarre» salió para enseñarnos su power metal trabajado y potente. Con una puesta en escena más trabajada que los anteriores los seis que estaban arriba dieron un concierto lleno de buena música, y eso que el estilo no me es muy cercano. Con letras en castellano, algo que esta siendo muy común ya en muchos grupos y que es de agradecer, nos relataban temas con aire un poco más oscuro y épico que las otras dos bandas. La potente voz de Icko era la que se encargaba de trasladarnos a los mundos de fantasía que nos la música nos proponía, con bastantes matices pero centrada en la agudez propia del power. Las cuerdas rasgadas con maestría por Ramón y Cristóbal tenían su particular misión e intercambio a la hora de los momentos de soledad y chillidos, puede que mucho peso recayese sobre Ramón ya que su hermano de cuerdas acompañaba con los coros, dando un toquecillo grave a algunos temas. Las notas más pesadas salían del bajo de Moncho con líneas altas y dedos rápidos. Los golpes más fuertes y aplastantes salían de las baquetas de David, que llevaba los ritmos de percusión con precisión milimétrica y platillera. El que daba un consistencia a los temas, de forma sutil pero continuada era Cristian al teclado, se le oía en todos los cortes, pero en algunos más como acompañamiento y en otros con más protagonismo, como en el vídeo, con intros y finales.
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